sábado, 22 de diciembre de 2012

Las Navidades del pasado, las del presente y las del futuro...

El espíritu de la Navidad


Ahora que estamos en Navidad...

Todos hemos leído o visto "Un cuento de Navidad" ("Christmas Carol", inmortal obra de Charles Dickens) o alguna de sus múltiples versiones cinematográficas o teatrales. 

El señor Scrooge, avaro y solitario, recibe la visita del fantasma del pasado, luego el del presente y finalmente el del futuro. A través de ellos, conoce las  historias de las personas de su entorno, de algunos que ya fallecieron, de los que son sus empleados en el presente, y sobre todo ve su futuro, lo que ocurre con sus apreciados bienes materiales,  cuando él fallece y su solitaria tumba en el cementerio . . .

Pues bien, yo no he recibido la visita de ningún fantasma, no la necesito, tengo buena memoria.

Y por ello, recuerdo, perfectamente, como me encontraba hace un año. Y recuerdo como fue mi Nochebuena pasada. Y recuerdo el sabor salado de mis lágrimas. Y recuerdo las razones y las personas por las que derramé cada una de ellas. 

Pero sobre todo, me recuerdo a mi misma, haciendo el firme propósito, de no volver a estar así de triste nunca más, hacer lo que tuviera que hacer para no volver a sentirme así. 

He trabajado mucho en 2012 con ése objetivo, me he esforzado en cambiar todas las realidades que me hieren, y sobre todo, he trabajado en aquello que leí un día, sobre que no se pueden cambiar las cosas que te ocurren, pero si el como te las tomas, y como permites que eso afecte, o no, a tu vida.

El último sábado de enero de 2012, puse la primera piedra en la edificación de lo que se ha convertido en mi nueva vida, mi nuevo entorno y mi nueva gente. Hay un montón de personas nuevas en mi vida, con las que comparto montones de cosas: actividades, conversaciones, excursiones, fotos, músicas,  y sobre todo afectos, risas, complicidad . . . 

Me siento feliz, porque cada día, desde hace muchas semanas, hago alguna cosa, sencillamente, porque me apetece y me resulta agradable, ya sea leer un rato, charlar con una amiga, recortar un par de fotos, descargar las de las últimas salidas, seguir nutriendo mis carpetas de farolas, pájaros, flores, diseñar una felicitación o  contestar un email,  salir a dar un paseo, sola o acompañada. 

No obstante, no han faltado lágrimas durante éste año. Pero afortunadamente, aunque alguna ha sido tristona, la mayoría han sido por compartir momentos emotivos, por sentir emociones de las que se te acumulan en el pecho y terminan por hacer un nudo en tu garganta, y otras sencillamente de risa, ¡mira que me he reído éste año!!!!!

Estoy tremendamente orgullosa de mi trabajo y del resultado y tremendamente agradecida a todas las personas que me habéis ayudado a hacer ésto posible. Gracias, gracias y gracias. Hoy no voy a mencionar a nadie, pero todas sabéis quienes sois. 

Aún así, quiero dedicarle ésta entrada a mis hijos, que aunque no son los tíos más expresivos del mundo, estaban preocupados por la tristeza que anidaba en el corazón de su madre. Y que éste año, han podido volver a disfrutar de una madre divertida, de una "señora rara", y disponer (e incluso abusar) de la vitalidad que desprendo cuando me encuentro bien. Álvaro y Alejandro, como os digo siempre es cuestión de voluntad y de práctica, pero se puede, todo se puede. Esta Nochebuena va a ser estupenda ¿me ayudaréis? Os quiero.


Ni puedo, ni quiero, terminar ésta entrada, que resume un poco mi 2012, sin poner éste video, por todo lo que ha  significado. 



viernes, 14 de diciembre de 2012

La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?

No todo el mundo necesita saber todas las cosas.


Porque hay parcelas de la vida de uno, que sólo a uno le pertenecen, y sólo ha de compartirlas con aquellos que su corazón o su razón elijan.

Porque hay afinidades que el corazón si entiende, pero la razón no. Y viceversa . . .

Porque, a veces, no hay necesidad de causar daño,  gratuitamente, diciendo verdades que no necesitan ser pronunciadas . . .




Porque todos tenemos que tener nuestro propio jardín interior, en el que cultivar, mimar y disfrutar nuestros pequeños (o grandes) tesoros.







Porque para ser parte de un "algo" (pareja, grupo de amigos, familia, etc), no necesitas renunciar a ser una unidad completa, TÚ MISMO.






Ésta entrada es la continuación natural de otra de 28.09.2012:





miércoles, 12 de diciembre de 2012

El don de la ubicuidad

Lo de la ubicuidad no lo tengo dominado . . . 

pero estoy en ello . . .



Hoy casi lo consigo. Cuando he recibido esta tarde a mis invitados, para compartir conmigo Pasapalabra, he sentido que casi lo rozo: "Chicos, estoy allí y aquí a la vez, como mola".

Ya sé que es lo que tiene grabar los programas primero y emitirlos después . . .  cosas de la tele, pero eso, no le resta nada de emoción  a lo gratificante que resulta estar compartiendo con tu gente, por distintos medios, lo que fue una experiencia estupenda días atrás. He estado con vosotr@s en persona, (algun@s habrán estado de corazón, aunque no se hayan manifestado), por teléfono, por whatsapp, por SMS,  y sobre todo por facebook comentando las incidencias . . . y ha sido una pasada, me ha encantado, así que tened en cuenta que haré lo posible para que lo podamos repetir. 

Seguiremos disfrutando mientras practicamos para que el día que llegue "mi concurso" me encuentre preparada. 

Gracias por todo el apoyo que he recibido en los últimos días, así da gusto embarcarse en proyectos de envergadura, el tiempo dirá . . .



No sé cuanto tiempo funcionará el enlace, pero mientras tanto....



¿Fidelidad y/o lealtad?

La fidelidad no ha de ser una condición, si no una consecuencia . . .


Porque te quiero, porque soy feliz a tu lado, porque no se me ocurre ningún sitio mejor en el que estar, que a tu lado, porque lo que me apetece es compartir mi mundo contigo, y disfrutar contigo de lo que hay en tu mundo para mi . . . por eso soy fiel, no porque nadie me obligue a prometerlo, no porque lo ponga en ningún trozo de papel, no porque sea un compromiso históricamente admitido. Sólo así entiendo la fidelidad . . . y por supuesto . . . es cosa de dos.

Pero si hablo de fidelidad, no puedo hacerlo sin hablar de lealtad. Para mi es mucho más importante.

Se relega la lealtad a un plano secundario, en pos de la fidelidad, y parece que mientras no se lleve al plano terrenal, no pasa nada . . . Da igual que te levantes cada mañana pensando en una persona distinta de la que comparte tu cama y tu vida, que tu último pensamiento antes de cerrar los ojos, sea para él o ella, que te quedes pegado a tu ordenador, compartiendo risas, bromas, juegos de palabras, conversaciones de distintos colores, mientras tu pareja te espera durmiendo en la cama común, da igual, no compartes abrazos, ni besos, ni proximidad física "eres fiel" puedes seguir practicando tu doble juego . . . PUES NO. Eso es traicionar la confianza, que no es, si no otra manera de ser infiel, y no lo digo yo sola, lo dice la RAE:
lealtad(De leal).
1. f. Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien.
2. f. Amor o gratitud que muestran al hombre algunos animales, como el perro y el caballo.
3. f. p. us. Legalidad, verdad, realidad.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

Porque la fidelidad es otra cosa.  

No es homogeneidad, no es sentir lo mismo en todo momento, no es compartir cada cosa de tu vida, no es dejar de ser un todo para convertirte en una parte de otra cosa. 
Fidelidad es tener un proyecto de vida común, y cuando éste se acaba, es el momento de "divorciarse de corazón". . . luego, algunos seguimos el camino natural y legal y lo hacemos efectivo, y otros continúan conviviendo con sus parejas y "siendo fieles" o no . . .

Tengo ésta entrada en borrador, casi desde el principio.  Es una frase que ya he comentado muchas veces, con muchas personas, pero no quiero que se quede a vivir en el baúl de los proyectos inacabados o que me deje de apetecer publicarla, así que allá va . . .

martes, 4 de diciembre de 2012

Mi cuento de Navidad

Érase una vez . . . la Navidad . . .


Érase una vez, una princesa que refugiada en su palacio escribía y escribía en un blog frases propias (y a veces ajenas) sobre su manera de ver el mundo. A veces, la princesa tenía clarísimo, sobre qué hablar, pero otras veces, se le amontonaban ideas dispersas y no terminaba de decidirse por ninguna. Una tarde, que andaba entre esas disquisiciones, de repente, apareció la inspiración:

La princesa Macu, está triste ¿que tendrá la princesa?  Anda triste por los rincones, sintiendo en su corazón la añoranza de los seres queridos y sintiendo que diciembre es un mes triste y que las fechas que se avecinan también lo son, cuando hay ausencias . . . 

Y esa fue la inspiración de la princesa . . .



Ya estamos en diciembre, tenemos luces en las calles, anuncios en la tele, y esa extraña sensación, que a todos nos asalta en estas fechas, de prisas, regalos, cenas, y todo como el conejo de Alicia, sintiendo que no llegaremos a tiempo . . .

A lo largo de los años he conocido personas que viven éstas fechas de muy distintas maneras desde los que adoran la Navidad hasta los que la aborrecen, y desde el más profundo respeto a los motivos de cada cual, me gustaría hacer mi pequeña defensa de éste mes, sin duda, especial.

Creo que el problema no es el mes, ni lo que se celebra, ni lo que significa para algunos. Creo, sinceramente, que el problema es nuestra actitud al respecto, y aquí van mis argumentos para intentar convenceros: Vuestro mes de diciembre puede ser tan especial como vosotros queráis hacerlo.

No es obligatorio sentirse feliz, al menos no más que en enero, febrero, marzo, etc. Hay que poner la misma dedicación que cualquier otro mes, o sea, TODA, debemos procurar ser felices todos los meses, y en diciembre . . . también.

No es obligatorio que hagas largas colas para ver los nacimientos más vistosos y renombrados. En cada parroquia, en cada tienda de manualidades, en cada barrio encontrarás pequeñas obras de arte de las que podrás disfrutar. Y si no te gustan ni por lo religioso, ni por lo artístico, sencillamente no vayas a verlos, no pasan lista . . .

No es obligatorio cantar villancicos, ni tocar la zambomba ni la pandereta, pero si estás en el ambiente adecuado, no dudes que terminarás por rematar al menos con el fun, fun, fun . . . disfruta de la compañía . . .

No es obligatorio ir a tropecientas cenas de empresa, de compañeros de deportes,  de clase, o  de cualquier otra agrupación humana de la que os sintáis parte, pero si podéis rodearos de personas con las que compartís algo, alrededor de una mesa, y celebrar que habéis pasado otro año juntos, (aunque sea de pinchos y de pie), hacedlo, sentir el calor de otras personas y sentir que uno es parte de algo, es siempre gratificante.

No es obligatorio comer turrón, mazapán, peladillas o polvorones, ni hace falta decir Pamplona. Y eso que ahora, hay dulces para todos los gustos, y aptos para todos los públicos: diabéticos, celíacos, alérgicos, etc. 

No es obligatorio ser generoso, o al menos, no más que en enero, febrero, etc., (como en el apartado primero), pero echar una mano a alguien que lo necesite, siempre te puede hacer sentir bien, en cualquier mes, y en diciembre, también.


No es obligatorio mandar tarjetas de Navidad. Pero con toda la tecnología a nuestra disposición: SMS, llamadas, email, correo tradicional, cada  uno puede elegir  que sistema prefiere, para decirle a las personas de su vida, que son importantes, y que viven en ese rinconcito de su corazón . . .


No es obligatorio disfrutar de las fiestas como cuando éramos niños, a fin de cuentas ya no lo somos. Lo que si es obligatorio, es ayudar a que los que son niños hoy (hijos, sobrinos, vecinos, etc.), puedan disfrutar éstas fiestas con la ilusión que se merecen, y así cuando llegue el día,  sean capaces de transmitirla a los que vengan detrás ¿o es que no recordáis la emoción de preparar el dulce para los Reyes y el agua para los camellos, y la marca de tiza en el alfeizar? Cada uno lo habréis vivido de diferente manera,  pues en cada casa y en cada pueblo, existen costumbres distintas, pero el denominador común para todos, era la ilusión, ¡que nervios al despertar!. . . y eso aunque los Reyes te trajeran un jersey o ropa interior nueva . . .


No es obligatorio pasar unas Navidades tradicionales, si no te sientes parte de ninguno de los ambientes que estén a tu alrededor, busca el tuyo. Hay montones de asociaciones de voluntarios en la que podrás echar una mano, y seguramente, que ayudando a otros,  que se encuentran en peor situación que tú, conseguirás ver las cosas de otra manera . . . 

Y por último, es lícito echar de menos a los que no están con nosotros, por uno u otro motivo. Afortunados de nosotros que en algún momento disfrutamos de su amor y de su compañía y por eso, hoy, los añoramos.  No todo el mundo tiene ese privilegio.