jueves, 23 de junio de 2016

Micro relatos 8. Corazones que hablan

Extrasístole

Érase una vez un corazón noble y generoso que pasaba su tiempo ocupado entre hacer la vida agradable a unos, sentirse queridos a otros, proporcionar experiencias inolvidables a los de más allá . . . 

Vamos que siempre tenía un montón de trabajo, tanto que a veces se le amontonaban las tareas y de vez en cuando se le olvidaba algún latido por el camino . . . Cuando eso ocurría el corazón protestaba, y le mandaba un latido brutal a su dueño como diciendo "Eh, que yo también cuento" Y entonces el dueño tenía que parar, respirar y centrarse en buscar el difícil equilibrio entre cuidarse y hacer aquello que tanto a él como a su corazón tanto satisfacía: Hacer felices al resto

Para ti, con todo mi corazón


domingo, 19 de junio de 2016

Mis abuelos, sabiduría y herencia

"Es de bien nacidos, ser agradecidos"


Digo muchas veces que soy una privilegiada, por mil causas diferentes, en muchas ocasiones hay que reconocer que son consecuencia de un esfuerzo, pero otras veces simplemente son . . . 

Uno de esos privilegios que he tenido en mi vida, simplemente porque si, es haber tenido la fortuna de conocer a tres de mis cuatro abuelos, y atesorar tantos recuerdos de ellos. 

De mi abuelo Miguel, al que no conocí, conservo algún recuerdo material, y montones de referencias a través de mi madre, y de mi abuela Julia, de la que os contaré unos párrafos más adelante. Un hombre cabal y generoso, leído y siempre ayudando a otros a dar y recibir noticias de sus familias, en aquellos tiempos en los que no todos sabían leer y escribir. Un accidente de trabajo nos le arrebató pronto, muy pronto, aún así siempre ha formado parte de mi vida.

Mi abuelo paterno, Ramón murió siendo yo niña. Conservo varias cosas materiales de él: un par de libros (Sinuhé el egipcio en dos volúmenes), alguna foto, una tabaquera, algunos escritos de su puño y letra. También conservo varios recuerdos personales y otros que se mezclan con lo que has oído contar tantas veces, como que era el que me daba aceitunas de pequeña (me encantan) a escondidas de mi madre, que fue el que me enseñó a jugar al dominó, en fin y un montón de frases, muy de él, que me han llegado a través de otros, muchas de ellas refranes.  Aunque lo más significativo que tengo de mi abuelo, sin duda, es una impronta genética de escándalo, jajaja. A qué si os cuento que mi abuelo escribía, con su precisa y preciosa caligrafía su nombre en la cabecera del periódico cada día, que era hombre de oficina dado a hacer listas, y anotaciones de todo, y que tenía una caja llena de lapiceros de esos azules por un lado y rojos por otros, afilados siempre, que a mi "me quitaba el sentío", ¿a qué empezáis a entenderme mejor? Honra merece . . . 

De mi abuela Ángeles llevo el nombre. Fue la más longeva de todos, y por tanto tengo muchos recuerdos de ella, directos. No obstante, eramos dos mujeres muy diferentes que no terminábamos de encajar, fue la única bisabuela que conocieron mis hijos.

Me he dejado para el final a mi abuela materna, Julia. Con ella he vivido siempre, cuando yo nací vivíamos en su casa, luego nos mudamos y se vino a vivir con nosotros. Falleció siendo yo jovenzuela, pero no he dejado de vivir con ella nunca. Tengo su pañuelo del cuello, tengo sus fotos, tengo su voz cantando a mi hermano pequeño, tengo las jotas manchegas que cantaba mientras trabajaba incansable. Pero creo que mi otra gran herencia genética me viene de ella, tengo su genio, su coraje, sus ganas de luchar por tener una vida. Ella luchó siempre, por su vida y por sacar a sus hijas adelante, siendo viuda en el Madrid de la posguerra, habiendo trabajado en casas sirviendo desde los 6 años y siendo prácticamente analfabeta, mi abuela era una mujer lista y valiente como pocas. Yo la llevo muy dentro de mi alma y me encanta pensar cuando consigo algo por lo que he luchado que ella estará orgullosa de mi allá donde esté cuidándome, porque yo sé que me cuida, lo he sentido así siempre. (Si me disculpáis un momento, me seco las lágrimas y sigo  . . .)

Bueno, esta entrada del blog empezó siendo un homenaje a la sabiduría popular y a los refranes que han formado parte de nuestra educación desde pequeños, aunque se me haya ido un poco de las manos, pero no me pesa . . . 


Ayer fue un día hermoso, de homenajear a mis mayores que siempre me han dicho unos y otros que "es de bien nacidos, ser agradecidos". Esa fue la razón por la que madrugué para reunirme con la gente del grupo Natura, al que pertenezco hace un par de años. La cita era con el encinar de San Pedro, un enclave que adoro, y al que hemos ido varias veces con el grupo en pleno corazón de la Casa de Campo, os copio una descripción del lugar: 

"El Encinar de San Pedro es una finca de 80 hectáreas de acceso restringido dónde se desarrollan acciones concretas de regeneración y conservación del monte mediterráneo que permiten investigar sobre la fauna autóctona y la divulgación y la educación ambiental"

Pues bien, ayer doce personas nos pertrechamos de guantes, sacos gigantes de basura, buena voluntad y ganas de colaborar y nos plantamos en el encinar, en un par  de horas recogimos 5 bolsas enormes de todo tipo de restos abandonados en el encinar a lo largo de décadas, quedó mucho por hacer, pero cargar con los sacos a cuestas hasta una papelera del centro de Avifauna donde serán recogidas el lunes, fue lo más duro, lo pasamos bien, regresamos a comer al Centro de la Casa de Campo cansados y acalorados, dispuestos a aligerar el peso de nuestras mochilas compartiendo el almuerzo.



El peso de nuestras almas ya lo habíamos aligerado durante la mañana. El encinar nos ha regalado muchos buenos ratos y regalarle unas horas de nuestra vida es lo mínimo que podemos hacer por él, a fin de cuentas, mis abuelos tenían razón.