viernes, 31 de marzo de 2017

Ayer me puse colorada

Ayer me puse colorada . . . 


No soy una persona vergonzosa, ni tímida, ni suelo tener problemas para hablar en público.  Ganarme la vida dando explicaciones desde hace más de tres décadas, me ha servido para aprender a hacerlo de manera eficaz, intentando valorar, de entrada, qué nivel ha de tener mi explicación en función de  mi interlocutor, vamos, desde donde empiezo. 

No me preocupa hacerlo cara a cara o por teléfono o dejando mensajes en los contestadores, no tengo problema en hablar con máquinas, ninguno. Tampoco tengo problemas en hacerlo por escrito (jejeje), siempre he dicho que comunicar es lo importante. 

Hay personas que me han dicho que soy muy didáctica hablando, otras que tengo muchas tablas, para otros me enrollo demasiado, en fin, esto de la comunicación siempre es cosa de dos, el que emite y el que recibe . . . 

Precisamente por eso siempre he dicho que no me pongo colorada con facilidad, cuesta trabajo sacarme los colores, y las pocas veces que ocurre se me quedan grabadas. Aún recuerdo, Liliana, un día que me pillaste perdida entre mis pensamientos y una conversación de whatsapp ajena al grupo en el que estábamos en ese momento y como en segundos me puse incandescente . . . ¡Qué tiempos!

Bueno, pues lo de ayer fue mucho más sencillito, esas cosas que ocurren, así, sin más, una sensación que se filtra por alguno de tus resquicios, entra, te caldea el alma y vuelve a salir en forma de leve rubor, me quedé tan descolocada por el halago, que sólo pude decir "Gracias", y si ponerme colorada es complicado, dejarme sin palabras tiene mucho mérito.

Me sentó genial, puedes repetir cuando quieras jajajaja

Atardecer en la Casa de Campo

lunes, 27 de marzo de 2017

Al santo que no me quiera

Al santo que no me quiera, con no rezarle ya tengo


Infelizmente la frase no es mía, ni siquiera  recuerdo donde la leí, así que mi agradecimiento a su desconocido autor vaya por delante.

La frase no es mía, pero el sentimiento si. Es otro de esos aprendizajes al que me ha costado mucho esfuerzo llegar, ya lo tengo casi dominado, aunque a veces tengo pequeñas recaídas.

Siempre me ha costado despedirme, siempre me cuesta decir que no, siempre me resisto a abandonar, porque no quiero acusarme a mi misma de falta de tesón, voluntad o interés, pero nuevos tiempos requieren nuevos aprendizajes y nuevas tácticas.

En un mundo cambiante en el que tenemos muchos más estímulos que tiempo para atenderlos hay que aprender a filtrar, empiezas por los artículos y libros que lees, los blogs que sigues, las aficiones que cultivas y te vas reciclando. Algunas cosas las aparcas, otras las embalsamas y otras definitivamente las abandonas. Hasta aquí todo es más o menos fácil, es sólo cuestión de plantearte qué y cuando, algunas simplemente acontecen, sin que tomes una decisión al respecto de manera consciente.

El problema se plantea cuando extrapolas esta conducta y una vez en orden tu almacén de cosas materiales o no, te da por atacar el almacén de los sentimientos y de las personas. Ese es mucho más difícil de gestionar. 

Porque hay personas que siempre han estado y estarán en tu vida de una u otra manera. Pero también hay personas que forman parte de ella de manera temporal y con distintas intensidades, y luego están los vendedores de humo, que son muy prácticos a la hora de hacer ahumados, distinguir la paja del grano es complicado . . . 

Por otra parte sabes que no puedes obligar a nadie a formar parte de tu vida, y mucho menos con los papeles que tú asignes, esto no es un teatro en el que tú eres el director y los demás son actores a tus órdenes, ellos podrían sentir lo mismo en sus propios escenarios y orquestar tu actuación.

Hay que entenderlo como una obra coral en la que los actores entran y salen de escena a su criterio, e interpretan su papel con la intensidad y el tiempo que desean e interactúan contigo en lo que dura la obra . . . 

Tú puedes desear que reaparezcan en tu escena, que tengan sus frasecillas cada día, que sean actores principales, y reservarles un camerino siempre a su disposición, pero no puedes supeditar el desarrollo de la obra a que vuelvan a aparecer cuando deciden alejarse . . .

Show must go on!!!  Si algún día deciden volver al mundo de tu teatro, ya pensarás entonces si hay un papel para ellos, pero mientras tanto, ni una página en blanco más, que diría Manolo García. Has de continuar representando tu obra, la que haces crecer cada día y dirigir tus esfuerzos a construir nuevos comienzos sin malgastar energías en proyectos agotados, y pensar que fue tu elección, y que al santo que no te quiera, con no rezarle ya tienes . . . .