martes, 30 de mayo de 2017

Se me amontona la vida.

Algunas veces siento que se me amontona la vida


No me educaron para estar ociosa, desde pequeña me contaron aquello de "gente parada, mal pensamiento" y ha sido máxima en mi vida durante muchos años. En los últimos, estoy intentando aprender a echar el freno, y me creáis o no, no me resulta fácil en absoluto. No sé sentarme a comer pipas al sol con la mente en blanco . . . 

Aprovecho cada "tiempo muerto":

Pienso en las tareas pendientes mientras me ducho y después conduciendo a la oficina. 

Veo fotos de Portugal o de aves, o leo artículos en portugués, mientras espero la cola del autoservicio. Si como sola, que es lo más habitual, escucho música mientras como, es mi recreo. 

Hago fotos con el móvil en lugares a los que me gustará volver con la cámara grande cuando tenga ocasión. 

No me separo de mi teléfono, lo sé, pero es que aunque llevo siempre un cuaderno a mano, sobre todo cuando viajo, hay ideas que se convierten en un proyecto de entrada del blog en cualquier lugar, y pasan directamente a ser un borrador, una nota, o un archivo en jpg, sobre el que trabajar más adelante. 

Así pasó con la frase que titula esta entrada nació espontáneamente en un viaje reciente que ha sido especial y en el que la vida se nos amontonó especialmente . . .

Irse de viaje con una amiga de juventud a la que hace más de 30 años que no ves, es lo que tiene, tienes tanto que contar, que escuchar, que compartir, que recordar, que saltas de una conversación a otra, de una persona a otra, de una década a otra, y te tienes que obligar permanentemente a retomar la senda perdida, no es cuestión de hacerse un guión y respetar el orden de cada capítulo, no todas las historias han de contarse en orden cronológico. 


Cuando "se te amontona la vida" lo mejor es dejar que el guión lo escriban las emociones, y dejarlas fluir mansas o con oleaje, como lo hacía el Tajo en Lisboa los días que desgranamos los treinta y tantos años de vida que nos mantuvieron separadas, pero que nos han servido para disfrutar del reencuentro. 


Gracias, ha sido un placer, y lo mejor, es que no hemos acabado, amenazo, habrá más . . . 



miércoles, 3 de mayo de 2017

De oruga a mariposa

Y justo cuando la oruga pensó que el mundo se . . .


acababa, justo entonces, empezó a darse cuenta que aquello no era un fin, sino un principio. 




Necesitaba encerrarse en su crisálida y allí en su propia soledad sanar sus heridas, mirar en su interior, crecer, adaptarse, prepararse para vivir su nueva vida . . . 


Y pasó el tiempo . . .


Y un buen día sintió que su crisálida ya no era un refugio sino una prisión. Que no era seguridad lo que le ofrecía, sino limitaciones. Necesitaba desplegar sus alas, salir, volar, mirar, sentir . . . 

Y entonces, decidió salir . . . 


Tenía todo un mundo a su disposición, daba igual que fuera un tiempo breve, era su tiempo, y no iba a esperar ni un segundo más . . .