domingo, 24 de septiembre de 2017

Adivina, adivinanza

No necesitas nombre


Tú que eres parte de nosotros y de nuestras vidas, que las riges, las empujas o limitas, que tienes más control sobre ellas que nosotros mismos. Te metemos en una cajita y nos pensamos que con eso te dominamos, cuán equivocados estamos. Siempre has sido tú el que ha tenido la sartén por el mango, aunque te guste dejarnos pensar otra cosa. Te atribuyen tantas cualidades: 

Que eres oro
Que pones cada cosa en su lugar
Que lo curas todo
Que vuelas
Que eres eterno y a la vez efímero
Que eres relativo
Que eres un canalla 

Todas ellas son ciertas y a la vez falsas, porque lo único realmente cierto, es que eres un aliado traicionero. Cuando quiero que vueles, paras, cuando quiero que te quedes, te esfumas y cuando quiero que transcurras en un suspiro, la que suspira soy yo, mientras tú te eternizas...

No eres de fiar, y aún así, eres todo para nosotros, pasado, presente y futuro. 


Y como en tantas historias de desamor, sólo aprendemos a quererte, de la manera adecuada, cuando presentimos que te agotas.